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Tuesday, May 18, 2010

Historia Secreta de México

La historia secreta de México
Rick SD

17 febrero 1911

Castillo de Chapultepec

Con sereno semblante el Dictador octagenario observaba el horizonte. En su cabeza los recuerdos de las interminables batalla seguían vivos. Recordaba todavía sus primeros encuentros con lo sobrenatural en sus mozos años oaxaqueños. En esos días él no era siquiera un militar, sólo Juan de la Cruz, un campesino más. Tenía miedo, Federico, su mejor amigo había sido asesinado por un espíritu maligno. Pero no él, un impulso como luz salió de sí mismo y con ella le fió un golpe mortal a lo que sea que los estaba agrediendo. Recuerda cómo a los pocos días el mismísimo Juárez vino a ofrecerle trabajo en "Quetzal", una organización tan antigua como la misma cultura Olmeca. Aquel hombre, con su mirada de esfinge contempla su espada una vez más. No era un adorno más del uniforme militar que tanto orgullo le causaba sino un arma para matar a los enemigos de la gran Toci ( Madre Tierra ).
Sabía que era momento de ceder las riendas del país; su único remordimiento era no haber dejado a ningún sucesor digno en la silla presidencial pero también sabía que la dictadura debía terminar con él. Esa noche en particular le era muy especial puesto que también era el final de su carrera como director de Quetzal.
En las sombras del palacio una figura le reía con estruendosas carcajadas. Mephisto, mi más temible enemigo, dijo el General. ¿Qué te trae por estos rumbos? A lo que el demonio respondio: Mi queridisimo Díaz, hombre de pocas palabras y mano de Hierro. Tantas veces te he tratado de matar sin lograr resultados. Hoy en cambio te veo derrotado por tu propia condición humana. Las manos del General empezaron a brillar de un modo extraño pero el demonio no retrocedió un solo paso y siguió con su discurso: No he vendio hoy por tu vida, más bien vengo a brindar contigo para que te mueras cómo lo que siempre fuiste, un tonto. A esta ofensa el General no cambió en lo absoluto su semblante pero respondió con ronca voz: Hablas de mi fracaso pero, ¿no eres tú acaso aquel que ha intentado corromper los espíritus de esta noble patria sin éxito alguno? Enojado, el demonio hizo muecas de disgusto mientras profería: Humano imbécil, ¡ve tu nación!, los ricos son más ricos, los pobres más miserables. Los extranjeros se apoderan más y más lo que corresponde a los descendientes de los mexicas y dices que mi labor ha sido un fracaso. El demonio entonces retrocedió unos pasos; la mirada del General se había clavado sobre él. Los ojos de fuego de aquel mortal eran peor que mil dagas. Ese hombre había matado más monstruos en cinco décadas que humanos ellos habían asesinado en 500 años. Recuerdos de sangre y muerte atormentaban su cabeza mientras el viejo General clavaba su mirada. Reaccionó, un instante más y la espada hubiera perforado su garganta, desgarrado su corazón destrozado su centro. instantes seguidos el general envainó la espada para luego recoger un fino licor que había dejado Mephisto. Con la mirada en el horizonte dio un trago a la botella y sonrió.
Tres meses después estaría camino a Europa. Las últimas palabra que dirigió a su México amado fueron las siguientes: Parto con dolor mi tan querida nación. Perdona mis pecados que fueron muchos. No pude evitar que tu subsuelo fuera arrebatado por las sanguijuelas extranjeras; tampoco que tus hijos dejaran de ser pobres. Lo siento tanto, este rey en exilio lamenta que su pueblo no haya crecido más pero agradece las muchas alegrías que le brindaron. Patria amada, agradezco el honor de haberte protegido con tanto celo de los muchos monstruos. No regresaré más, una última batalla me espera en la antigua Europa. Deséame lo mejor. Atentemante: General Juan de la Cruz Porfirio Díaz Mora.

Cuatro años después se reportaría en Paris la muerte de un gran hombre . Sus últimas palabras fueron para Quetzal: Huitzilopochtli sigue con vida pero no podrá pelear sino hasta dentro de un siglo