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Friday, October 26, 2007

De la caída del Señor del Caos

De la caída del Señor del Caos
SD


Han pasado dos años desde aquel funesto día en que dios quiso castigar al hombre y mi espada lo paró en seco. Todo comenzó una tranquila noche de verano en el templo budista en la cumbre de los siete caminos. En ese sacro lugar comenzó mi batalla personal por vivir, recuerdo la silueta en forma de ave que se me acercaba y me indicaba que el momento de luchar había llegado. Al principio me mostré escéptico, una figura de corazón solitario y débil como yo no podría de ninguna forma ser un guerrero, después acepté la proposición y esa vida comenzó.

Recuerdo que fue como despertar de un sueño, uno lago y profundo, del que jamás se termina uno de levantar. De lo primero que me di cuenta fue del tesoro que tenía entre mis manos, se trataba de algo tan valioso que debía ser protegido con el alma. Se trataba, o al menos así lo visualicé, de una orbe de luz con la promesa del mañana. A partir de ese día los ataques no de dejarían de llegar, las voces comenzaron a resonar en mi cabeza con la potencia de una legión. Todas con el mismo afán, poseer mi tesoro y robar mi alma.

Cada sombra enemiga cantaba la misma canción, la misma amargura, el mismo dolor. Era enemigo en mi propia casa y me convertí en fortaleza, los ataques no cesaron y comenzó la verdadera guerra. Yo no era una sombra, pero la penumbra era más grande que yo y fui oscuridad. Día y noche peleando con un mal que amenazaba con destruirme; entre más me sentía amenazado, con más fuerza oprimía el tesoro contra mi pecho hasta el día en que despertó.

Tenía la forma de una niña de unos ocho años, tenía un nombre, pensaba y me adoraba. Todas las noches lloraba su soledad y yo trataba de consolarla, no sabía que hacer. Los días que no me encontraba en el campo de batalla, permanecía en la fortaleza, temeroso que encontraran una debilidad, que las puertas cedieran o que cayeran las murallas. y así pasó el tiempo. Las sombras se multiplicaban, por cada una que destruía, veinte ocupaban su lugar hasta que yo mismo me convertí en sombra.

La desolación fue total y me oculté con mi tesoro en lo más oculto de la fortaleza, los muros crujían sonoramente al ritmo de los bronces de la capilla y fue entonces que lo encontré. En el calabozo más profundo se encontraban tres ataúdes firmemente cerrados. A penas puse pie en la celda y las cadenas cayeron. Para mi sorpresa dos se encontraban vacíos y el tercero contenía un ente que jamás debió de haber visto la luz del día.

Me llamó cobarde, traidor, estúpido, en menos de lo que viaja una idea había quebrado mi espíritu y mis ganas de combatir. Esa tarde mi tesoro no se encontraba conmigo. Mi vida fluyó rápidamente ante mis ojos y recordé quien era, mi pasado, presente y destino. Cuando llegué ya era muy tarde, la hermosa niña de mi corazón se encontraba en peligro, su templo quemado y dos lágrimas rodaban por sus mejillas. Con toda mi furia arremetí contra la criatura y esta respondió confiadamente mis ataques, no era un rival digno.

Con todas mis fuerzas le di un golpe que nos sacó del templo de mi niña y nos arrojó a un limbo donde no había tiempo, espacio ni nada que nos pudiera asegurar que existíamos. El fluir de memorias, experiencias y todo tipo de caos que había en ese lugar me permitieron ponerme a la par del enemigo que amenazaba a mi tesoro. Fueron dos, o tres, no sé bien, pero mis heridas eran significativas contra las de mi enemigo cuando una luz se abrió cerca de nosotros; la salida había aparecido.

Sonrío amargamente y entendí que su propósito era la destrucción, no sólo mía, sino de los últimos sobrevivientes de todo el mundo. Mi corazón era la puerta y mi tesoro la clave del mañana. La última frontera tenía que ser protegida a toda costa, incluso del lado destructivo del creador. Yo perdí aquella tarde porque hice lo que tenía que hacer, sacrifiqué mi voluntad y todo lo que sentía en un único instante, un sólo golpe final. El resplandor destruyó todo lo que había a mi rededor y por un instante dejé de existir.

El tiempo ha pasado y las heridas no sanan, de alguna forma, no he realmente salido adelante. No me importa mucho, ya llegará el tiempo. Los recuerdos de ese día siguen siendo confusos. Me volví un forastero en mi propio hogar, el agua dejó de saber fresca y los días se tornaron grises. Algunos demonios vinieron en forma de sonidos, palabras susurrando ansiedades. Así como todas guerras cesaron un día, todas las voces callaron una tarde, dándome una promesa de vida.

Las heridas arden al más leve soplo del viento y sé que no se curaran, la ansiedad en mi pecho, mi tesoro dormido, su majestad descansando en su prisión de mármol esperando el momento oportuno para atacarme y atravesar el umbral. Sólo espero que no sea muy tarde para darle vida a esa pequeña luz en mi alma. Y que el mundo tenga una oportunidad una vez que yo haya caído.

Saturday, October 20, 2007

La ópera del pordiosero I

Hola!!!! ya por fin ha llegado la hora de subir al escenario y permitir que el show empiece.... Por eso mis queridos lectores quedan todos cordialmente a ver la ópera del pordiosero, la historia-sátira de una ciudad luchando por sobrevivir a la ola de la revolución industrial y por supuesto la reestructuración de los sindicatos mafiosos... Una historia donde la razón no tiene nada de razón y donde la justicia es negocio...

Los espero!!!!!



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PD: Creo que este mes he abandonado mi blogg un poco mas que de costumbre y creo que esto va a continuar pero pasando noviembre espero escribir más seguido... por cierto ya estoy trabajando en mi siguiente obra....

Monday, October 08, 2007

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Hola, agradezco las visitas pero realmente me gusta leer los comentarios sobre mi blogg. Por eso decidí resolver la situación RADICALMENTE